Las medidas políticas pueden ayudar
Algunos contaminantes del aire interior y sus impactos sobre la salud se conocen mejor y son objeto de mayor atención pública que otros. La prohibición de fumar en los espacios públicos es uno de ellos.
En muchos países, la prohibición de fumar en diversos lugares públicos fue muy controvertida antes de que se legislara en la materia. Por ejemplo, en enero de 2006, a los pocos días de entrar en vigor la prohibición de fumar en España, ya había un creciente movimiento que reivindicaba lo que muchos consideraban su derecho a fumar en lugares públicos cerrados. Sin embargo, la prohibición también provocó una mayor sensibilización del público. En los días siguientes a su entrada en vigor, 25 000 españoles al día consultaron al médico sobre cómo dejar de fumar.
La percepción del público ha cambiado mucho en la cuestión de fumar en los espacios públicos y en el transporte público. En la década de 1980, muchas compañías aéreas introdujeron la prohibición de fumar en los vuelos de corta distancia y, en la década de 1990, en los vuelos de larga distancia. Ahora en Europa es impensable permitir que los no fumadores se vean expuestos al humo ajeno en el transporte público.
Hoy en día, muchos países, incluidos los países del Espacio Económico Europeo, tienen algún tipo de legislación que limita o prohíbe fumar en espacios públicos cerrados. Después de una serie de resoluciones y recomendaciones no vinculantes, en 2009 la Unión Europea también adoptó una resolución en la que pedía a los Estados miembros que promulgaran y aplicaran leyes para proteger plenamente a sus ciudadanos de la exposición al humo de tabaco ambiental.
Las prohibiciones de fumar parecen haber mejorado la calidad del aire interior. Los contaminantes del humo de tabaco ambiental están disminuyendo en los lugares públicos. Por ejemplo, en Irlanda, las mediciones en de contaminantes atmosféricos en lugares públicos de Dublín, antes y después de la introducción de una prohibición de fumar, evidenciaron descensos de hasta el 88 % de algunos contaminantes atmosféricos encontrados en el humo de tabaco ambiental.
Como sucede con los contaminantes exteriores, los efectos de los contaminantes atmosféricos en espacios cerrados no se limitan a nuestra salud. También tienen un elevado coste económico. Se calcula que la mera exposición al humo de tabaco ambiental en los lugares de trabajo de la UE en superó en 2008 los 1 300 millones de euros en gastos médicos directos, y los 1.100 millones de euros en gastos indirectos relacionados con la pérdida de productividad.